jueves, 10 de julio de 2008

Un poco de actualidad.


Sorprendida, azorada, por ver en los noticieros, las actitudes de alumnos que faltan el respeto a las docentes, en el último que ví le pusieron un profiláctico en la cabeza y prendieron fuego al cabello a una profesora que dijo no haberse dado cuenta de nada. La anterior que tomó estado público había sido víctima de burlas mientras continuaba con su explicación. La actitud de los alumnos es totalmente reprovable, una completa falta de respeto y de educación. Ahora se debate que debe hacer la escuela, ¿expulsarlos? no, la mayoría de las escuelas sostiene una política de no exclusión. ¿amonestaciones? ¿gabinetes? Todo está en discusión. Lo que parece que no se cuestiona, al menos tan abiertamente es la capacidad de las docentes al frente de la clase. Bajo ningún punto de vista pretendo generalizar. Solo referirme a aquellas que aparecen en los medios siendo objeto de burlas. La primera mencionó tener problemas psíquicos, incluso su forma de hablar a los medios no pareció ser muy coherente, ¿es apta para estar al frente de una clase?.
La otra docente era rodeada, y mientras leía la cubrían con un paraguas obstaculizandole la visión, pero ella continuaba explicando como si nada extraño sucediera, ¡el grado de autismo de esa mujer era impresionante!

Por supuesto que no quiero justificar el horrible comportamiento de los alumnos, pero me parece que es consecuencia de la desidia de quienes están a cargo, es una terrible manera de llamar la atención. Lo que sí hallo positivo es que podamos ver la intimidad del aula, para analizar, como está la escuela por dentro, por qué estamos como estamos.

No es casual que salgan a la luz este tipo de filmaciones y no de una clase donde todos trabajen en un ambiente de respeto y cordialidad, interesados en los contenidos que están apehendiendo. Creo que implícitamente estas actitudes están denunciando y demandando por mayor capacidad en el cuerpo docente.

No es fácil para una alumna que está por egresar del profesorado asimilar esta realidad, exige mayor esfuerzo y compromiso pretender ejercer la profesión y estar a la altura de las circunstancias, o por lo menos, ser consciente que si no es posible atender de manera óptima las necesidades académicas de los alumnos, hay que dar un paso al costado y dedicarse a otra cosa.