sábado, 23 de mayo de 2009

Mi trabajo


les muestro algunos trabajitos

jueves, 18 de diciembre de 2008


martes, 2 de diciembre de 2008

Composición. Tema: Evaluación

*Todos sabemos que es necesaria la evaluación, eso no se discute.
Se debe evaluar para saber hasta que punto los alumnos se apropiaron de los contenidos desarrollados en clase.
Qué fue lo que se aprendió, y qué puntos no fueron entendidos. Históricamente se hizo comparando los objetivos planteados con los resultados obtenidos, luego se contemplaron los procesos.
Las instituciones se han valido de este método para ir determinando el nivel de la escuela, de los cursos, y ajustando sus cajas curriculares a las necesidades de los alumnos o a las demandas de la sociedad.
De ese modo se conoce la realidad educativa del alumnado.
*Lo que se discute es cómo.
Para un correcto diagnóstico de la evolución de su aprendizaje, es necesaria una evaluación individual, aunque el trabajo sea realizado en equipos, o en talleres, y teniendo en cuenta objetivos, planteados al principio de la tarea, por supuesto también hablamos de objetivos particulares para cada alumno según sus necesidades o aptitudes a desarrollar.
Esto es importante destacarlo porque, si bien se plantean objetivos por curso, por asignatura, etc, a nivel curricular o institucional considero que es una forma de atender a la diversidad, el tratar al menos de hacer un diagnóstico personalizado, para que cada alumno tenga la posibilidad de desarrollar al máximo sus potencialidades.
De modo que el proceso de evaluar sea también personalizado, teniendo en cuenta los tiempos y objetivos con que cada alumno trabajó.
Sería ideal que cada uno tome consciencia y llegue a controlar sus procesos y su evolución, de modo que llegado el momento de la evaluación, fuera él mismo quién presente y defienda un registro de lo aprendido en clase. Esto podría lograrse, si las asignaturas fueran aplicadas a trabajos prácticos, donde el alumno comprometa, lo aprendido en clase más el trabajo creativo, en todas las áreas, no solo la plástica.
De ésta forma cambia la concepción que se tiene de la instancia evaluativa.
El alumno se presenta seguro de sí mismo, de su tarea, de lo aprendido, por ejemplo, cuando se preparan para la feria de ciencias. No solo exponen con entusiasmo lo que han investigado con la maestra, sino que profundizan porque les despierta interés.
Al demostrar todo lo que saben, elevan su autoestima.

Considero que todas las formas son válidas dependiendo del nivel que se evalúe.
El diálogo es siempre la mejor herramienta para conocer y comprender al otro, pero cuando se usa para evaluar debe ser lo mas ameno y desestructurado posible, para despojarlo de la carga de presión inquisidora que conlleva y que tanto tensiona al que está siendo sometido al cuestionario.
El ejercicio de escritura involucra además del tema específico otros, como gramática, desarrollo del vocabulario, entre otros.
Y en nuestra práctica docente entraríamos en la discusión sobre qué se evalúa y qué no en el arte. Personalmente evaluaría en cada caso particular los procesos, si superaron las dificultades que presentaban al inicio, si fueron capaces de solucionar inconvenientes o encontrar salidas creativas a problemas. Si se animaron explorar formas no convencionales de realizar los trabajos, y demás, finalmente tendría en cuenta la forma en que los alumnos valoran su propio trabajo por que ello da muestra de su autoevaluación.

En nuestro instituto de formación conviven varios tipos de evaluación, los unos en perjuicio de los otros, a mi entender.
Los antiguos métodos, ante el tribunal donde el alumno de forma oral debía repetir como loro todo lo que el docente, no solo dictó y dio en bibliografía, sino que además lo que comentó en clase. Y como si esto fuera poco, además se le exprimía al alumno alguna opinión.
El examen final escrito no presentaba muchas variantes.
Los talleres cerraban el ciclo con trabajos en mediano o gran formato con un ejercicio teórico fundamentando lo práctico. Pero sin demasiada consistencia por no ser una práctica regular el hecho de hacer teoría sobre nuestras propias actuaciones.
Y finalmente la innovación, de la mano de la tecnología, los nuevos métodos de evaluación. Donde se toman en cuenta tal vez las mismas cosas, pero desde la óptica del alumno. Es decir que la bibliografía sigue estando, los comentarios y los diálogos también, pero esta vez se observa que puede hacer el alumno con todo ello. Es como si en el método antiguo se comenzara el tribunal preguntándole al alumno que opina de todo lo que estudió.
Considero que es mucho mas rico el nuevo sistema de evaluación, en un sentido integral, por que el estudiante no solo reúne un bagaje de conocimientos sino que además puede elaborar un juicio crítico y de valor sobre lo que está tratando. Como puede llegar a tener un nivel de discusión igualitario con sus docentes, considerando que se prepara para serlo también.
A lo que me refería al decir en perjuicio de los otros, es por que producen tal desinterés los antiguos, que uno termina postergándolos y dedicándoles menos tiempo (en mi caso personal)

miércoles, 22 de octubre de 2008

El camino

El camino.
Muchas veces se ha usado la metáfora del camino para referirse a la vida misma. “Un camino de espinas”, para remitirnos al dolor, “un camino cuesta abajo o cuesta arriba, según las dificultades que nos toca pasar. “Tomamos caminos diferentes” cuando decidimos separarnos de alguien. “Nuestros caminos se cruzaron”, cuando nos encontramos con alguien. Y como dice la canción: caminantes no hay caminos, se hace camino al andar…
Cada uno de éstos esta trazado por las decisiones que tomamos, por los eventos que marcan huellas en nuestra humanidad. Por los accidentes o incidentes, por las alegrías, por las tragedias, por las buenas y las malas, rosas o espinas.
Pero la principal característica es que en ellos, cada uno es su principal protagonista. Cada camino es un destino. Una obra unipersonal.
Ahora bien, que sucede con aquellos cuyo destino queda reducido a sentarse a la vera del camino de los otros?
En un suspiro se escapa su aliento. Encorvadas hacia delante en su sillón. Con mínimos movimientos siguen con sus ojos grises a quien pasó a su lado. Con un silencio profundo poblado de recuerdos (tal vez).
Están ahí, solamente. No saben de celulares, (cuando para nosotros es difícil imaginarnos la vida sin ellos), ni computadoras. Muchas ni siquiera aprendieron a leer porque en “sus tiempos” no hacía tanta falta. No se explican porque hay tantas mujeres desnudas en las revistas, si antes era mal visto mostrar las rodillas.
No deciden que van a comer o como se van a vestir, ni siquiera si van a salir al jardín.
Son mujeres que por diversas razones han quedado solas, y su avanzada edad o deterioro físico les imposibilita ser autosuficientes. Por lo que en resguardo de su seguridad se optó por internarlas en un Hospital Geriátrico.
Entonces cómo aplicar correctamente la metáfora? Porque para los demás que transitamos, la vida sigue, con sus cambios, altibajos, ganancias y pérdidas, pero a ellas las vemos detenidas en un “sin tiempo” al costado del camino, apenas perceptibles, olvidables.
¿Será que el ritmo vertiginoso de los tiempos que nos tocan vivir han convertido nuestro camino en una vía rápida, donde detenerse por un instante a contemplar lo inminente del paso de los años en el semblante de una mujer, implica relegar tareas impostergables?
¿O acaso es el miedo a lo inminente lo que provoca que aceleremos nuestro camino para no detenernos a contemplar?

viernes, 3 de octubre de 2008

Ausencias


¿Qué hago con lo que veo?
He estado realizando visitas al Hospital Geriátrico y he podido apreciar imágenes conmovedoras, historias de vida, expresiones de los más variados sentimientos y con ellos he conformado un bagaje de conocimientos que me gustaría transmitir para que otras personas puedan sentirse afortunadas como yo de poder aprehender esas experiencias.
Heme aquí ante un profundo dilema: gran parte de la angustia y expresiones de tristeza y soledad que pude ver en ese lugar se debían a que esas señoras padecían ausencias, una larga espera por alguien que “en cualquier momento debe llegar”. Entonces ¿puedo yo pretender sensibilizar con mi trabajo a una sociedad que encarna esas ausencias?
Prefiero realizar mi tarea sin demasiadas pretensiones, no por que no tenga fe en los sentimientos de los demás sino por que quiero ser fiel a mis propia subjetividad y no estar sujeta al que sentirán lo otros.

Las ausencias. Bien podría ser ésta la frase que resume y condiciona los estados de ánimo de estas damas.
La ausencia de juventud: que se fue llevándose afectos, alegrías, dinamismo y dejó junto con los recuerdos, esos surcos en la piel y la expresión en la mirada de angustia ante un presente lleno de vacíos.
La ausencia de utilidad: contemplarse las manos, los dedos deformados y cruzarlas una sobre la otra para que reposen inmóviles, cuando en otro memento labraban la tierra y amasaban el pan.
La ausencia de sí mismas: convertidas en una mas, lejos quedaron los gustos personales, las preferencias, que distinguen e individualizan.
La ausencia de los otros; esos que traen noticias del mundo, de la familia y que por momentos las hacen sentir parte de su realidad. Los que vienen cuando pueden por que tienen sus ocupaciones.
La ausencia de voz, porque para quien quiere escuchar, los silencios son ensordecedores.

jueves, 2 de octubre de 2008

La vida en el rostro


Cuando planteé el proyecto en realidad consistía solo en realizar retratos donde las señoras pudieran no solo verse reflejadas sino que además se sintieran protagonistas. Que la muestra se realizara en presencia de ellas y que recibieran la atención y admiración del público, como un homenaje por su longevidad.
Al asistir al Geriátrico comencé a tomar registro no solo de la imagen física de las abuelas sino de sus realidades, a través de sus testimonios fui conociéndolas, y conmoviéndome con sus relatos hasta el punto de reformular todo mi proyecto…y en este punto me encuentro, con un cúmulo de información y emoción y buscando el camino hacia donde encauzarla.
Debo confesar que soy una persona muy permeable, y que iba dispuesta a dejarme sorprender, tal vez por eso considero mis visitas tan ricas, que me gustaría compartirlas.
La primera vez que fui, buscaba a una enfermera para entregarle una nota que avalaba mi proyecto, caminando por un pasillo una anciana pidiendo que le dieran la mano capturó mi atención, los ojos tristes, el rostro con expresión de angustia y su voz desesperada que apagaba todo el silencio de la siesta, me acerque y le pregunté que necesitaba, asombrada por que la enfermera había pasado sin inmutarse, ella insistía que le dieran la mano, necesitaba levantarse, por que sola no podía. Ante la insistencia y temiendo por desconocimiento de su condición física le pregunté qué tenía que hacer?
A lo que respondió con la misma urgencia –Tengo que cocinarle a mi marido!

En el mismo pasillo, días después, ya con lápiz en mano me senté junto a Hipólita (los nombres pueden no ser los reales), serena me observaba con un aire de desconfianza, después de escuchar las razones de mi visita, contestó mis preguntas, pocas, suficientes para saber que está en ese lugar por que sufrió una fractura de cadera y quedó en silla de ruedas y no puede permanecer en su casa, en el campo. Con una perturbadora lucidez me dejó en claro que el tiempo transcurre muy lento en ese pasillo.

Josefa se nos sumó y luego de las presentaciones de rigor se abrió el diálogo, que fue descorrer el telón de un escenario donde se suscitaban imágenes que me narraba con vívida pasión. Una gran cosecha, toda la familia trabajando junto al padre, mujeres a la par de los hombres, abundancia de granos, de trabajo, de fuerza.
Josefa me cuenta no como si lo estuviera recordando sino como si lo estuviera viviendo.
Cuando terminé su retrato, lo miró, pero no vio su imagen, me preguntó si era uno de los señores que pasaban en ese momento por ahí. –Puede ser- Le contesté.

En mi siguiente visita me dirigí al comedor. Me senté al lado de una señora que muy preocupada me contó los angustiantes sucesos que había vivido ese día.
-Usted sabe señora que yo no se qué hago acá, quién me trajo. Con la desazón dibujada en el rostro, me contó que estaba en casa de una amiga y que había salido para comprar algo, que no recuerda que, ni que hizo con lo que compró, y no sabe como vino a parar en este lugar. Me asegura que se esfuerza en recordar y no puede. -Y llega la noche y hace frío y no sé si no me van a decir que me vaya.
El empeño que pone en situarse en tiempo y espacio se evidencia en su postura, en la mano que sostiene su frente, en la mirada que busca algún objeto o persona que le resulte familiar.
Está en silla de ruedas, y hace varios años que está allí.

He visto, he oído, pero más aún he percibido en cada línea de sus rostros fragmentos de su vida. Como su expresión se ilumina o se ensombrece según el recuerdo que transiten, por eso es que mis retratos tan bien logrados de parecidos reales son tan poca cosa si no pueden siquiera asomarse al enorme espectro de sensaciones que se reflejan en sus miradas, en sus muecas o en sus silencios, la angustiosa espera de que el tiempo pase, por que no hay mucho mas que esperar…

jueves, 7 de agosto de 2008

Haz lo que yo digo y no lo que yo hago?


Complicado!!! Es adoptar una postura y dar una opinión personal sobre la Didáctica en este momento de la carrera.
Por un lado uno ha ido aprehendiendo lo necesario para aprobar las materias desde la bibliografía, y cumpliendo con los requerimientos de cada cátedra, de modo que llegamos a entender lo que es la Didáctica, ahora bien, una vez que sabemos lo que es, y lo que se espera que un docente conocedor de la misma sea, estoy en condiciones de señalar que hay una diferencia muy grande, entre lo que se dice y lo que se hace.
Por supuesto no es mi intención generalizar, pero considero que los docentes que están preparando futuros docentes deberían mas que nadie, enseñar con el ejemplo.
Lamentablemente el escenario de la escuela no escapa al desgano y al desinterés no sólo de los alumnos, que es tan comentado por estos días, sino también por muchos docentes, que se han quedado estacionados en el tiempo sin advertir que es imperioso renovar sus recursos didácticos para estar a la altura de las demandas cada vez mas exigentes de los alumnos, y no solo del profesorado.
Si la didáctica es la disciplina de la que nos valemos para sumar distintas formas de transmitir los contenidos haciéndolos comprensibles, es decir optimizando la transposición, entonces es imperativo que cada docente refuerce su compromiso con la profesión y relea esta materia, para mejorar el vínculo, la comunicación, y obtener un acercamiento desde las expectativas del alumno.
Superadas las mezquindades que puedan surgir de las didácticas específicas, considero que la didáctica general debe orientar de manera constante, el “como enseñar”, es decir esta disciplina debe progresar y evolucionar conforme lo hace la sociedad, para asegurarse de estar a la altura de las demandas de un alumnado en constante cambio.